Conocimiento… todos lo tenemos, en mayor o menor grado, ya que somos iguales. Nos ha parido la misma Madre Universal y nos ha engendrado el mismo Padre Universal. La proyección de nuestro nacimiento está encaminada a realizar el mismo “viaje mítico”, que es el encuentro con el “ser” verdadero. Entre tantas vías desplegadas al uso por los hombres, parar acceder al “tesoro interior”, el Tarot es una de ellas. Bien distinto es el uso del Tarot cómo camino evolutivo. Una luz que ayude a un ser humano a encontrar orientación sobre su origen y devenir. A conocer sus recursos como ser humano y persona. A adquirir más claridad. A descubrir potenciales escondidos. A darse cuenta del mundo interior y del que le rodea en todo su ámbito. Percibiendo que no es un ser separado del entorno sino totalmente contingente. También el Tarot le puede ayudar a expresar anhelos o ver la manera de encarar diferentes situaciones vitales, que si no se perciben con más alma nos puede destruir nuestra fe en la vida. El Tarot expresa simbólicamente esas formas interiores que el hombre ha creado en su interior, para poder apoyar sus experiencias en una imagen común a todos ellos. Esas imágenes nuutren, dan vida al mundo interior y a la vez ayudan a interpretar el exterior. Son los “arquetipos”, tal como Carl G. Jung las denominó. Tienen carácter simbólico y son autónomas y altamente energéticas. Emergen del alma humana mucho antes que las culturas o civilizaciones pueblen el planeta. No tienen distinciones de razas. Pertenecen tanto a la “psique” colectiva como a cada individuo. Es como un gigantesco holograma psicológico, en el cual cada hálito de vida, reproduce exactamente el mismo dibujo y color del holograma psíquico. Esas formas se adaptan a las etapas, sucesos, expectativas, experiencias de los hombres. Tienen relación tanto con lo cotidiano como con lo numinoso. Muestran realmente lo que verdaderamente somos. Las cartas del Tarot nos desvelan cómo, para desarrollarnos, el hombre necesita, tanto del duro aprendizaje, de su propio escarmiento, como de momentos de desesperación o de euforia, de alegría o de tristeza. De amor intenso o de odio. Debemos integrar lo positivo y lo negativo. Mirarnos en todas las imágenes posibles. Ahondar en lo más oscuro de nuestra sombra pero también subirnos a lomos de nuestro “Angel Guardian”. Nos atreveremos a ser “Diablos” o a montar en un “Carro” de conquista. Nos encerraremos en una “Morada Mística” y quizás nos perderemos en la Noche Oscura del Alma buscando desesperadamente el reflejo de “La Luna”. |