Michel de Nostradamus, es el vidente más famoso de cuantos han sabido interpretar los astros, nació en Saint Rémy de Provence, sur de Francia, en el año 1503. La familia de Nostradamus, según algunos, era de origen judío convertidos al cristianismo. Y de ahí que Nostradamus cite haber recibido directamente de sus abuelos el conocimiento de las ciencias matemáticas; citando claramente en el prólogo de sus Centurias que ellos le transmitieron el don de predecir el futuro. Después de la muerte de su bisabuelo materno, quien le infundió como juego, el gusto por la astrología, Nostradamus fue enviado a Aviñón para cursar letras y formarse en humanidades. Más tarde viajaría a Montpellier, donde frecuentó la célebre universidad donde estudió donde pudo aplicar todo lo aprendido debido a un brote de peste que arrasó la zona. Seguidamente obtendría el título de doctor viajando de nuevo a Montpellier, título que obtuvo en muy poco tiempo y causando la admiración del resto de estudiantes. En Salonde Crau contrajo segundas nupcias, y fue en este lugar, donde, previendo los grandes cambios y las trágicas convulsiones que perturbaron luego y revolvieron a toda Europa, las sangrientas luchas civiles y los desgraciados acontecimientos que iban a precipitarse sobre Francia, comenzó la redacción de las Centurias. Centurias y presagios que él guardó por mucho tiempo en secreto, creyendo que la naturaleza insólita del argumento le acarrearía calumnias, envidias y ataques muy ofensivos, tal como luego sucedió. Resultaría una tarea excesivamente costosa escribir todo cuanto él predijo, ya en general, ya en particular,y sería superfluo dar el nombre de todos los grandes señores, de los insignes sabios y otros muchos que vinieron de toda la región y de toda Francia para consultarle como oráculo. Lo que San Jerónimo decía de Tito Livio yo puedo decirlo del gran vidente: cuantos venían a Francia desde fuera no se proponían otro objetivo que ir a visitarle. Sobre su sepulcro se esculpieron el siguiente epitafio: «Aquí descansan los restos mortales del ilustrísimo Michel de Nostradamus, el único hombre digno, a juicio de todos los mortales, de escribir con pluma casi divina, bajo la influencia de los astros, el futuro del mundo.» Murió en Salon de Crau, en Provenza, el 2 de julio del año de gracia de 1566, a la edad de sesenta y dos años, seis meses y diecisiete días. En las Centurias no sólo encontramos en sus versos la historia de la Humanidad bajo el perfil de los acontecimientos históricos que han sucedido o que todavía han de suceder, sino que topamos a menudo con anticipaciones sobre descubrimientos a inventos absolutamente inimaginables en el tiempo en que fueron escritos aquellos versos y, desde luego, mucho más difíciles de prever y de descubrir con la precisión con que lo hace el gran vidente. Lo cual confirma y ratifica, caso de que fuese necesaria esta confirmación, el carácter de verdadero vidente que hemos de atribuir al mago de Salon, a quien algunos detractores negaron veracidad y profecía entendida ésta en el más alto sentido de la palabra. Algunos de los inventos y descubrimientos que él describió en sus profecías, a menudo bajo forma de auténticas adivinanzas y siempre con el acostumbrado estilo alegórico y hermético, hoy son perfectamente conocidos; otros, en cambio, pertenecen a un futuro más o menos próximo, y de ellos esperamos poder tener confirmación en los años venideros. El cine mudo y el sonoro esta descrito en la cuarteta décima de la Centuria I. El aeroplano viene descrito en la cuarteta LXXV de la Centuria II. Telégrafo, teléfono, electricidad narrado en la cuarteta XLIX de la Centuria III. |